En una visión global, y visto que se están polarizando las opiniones como siempre pasa en esté país donde nos encanta dividirnos en ideologías estamos asistiendo a la siguiente representación mediática:
A. Defensores de lo público a ultranza por ideología e intereses políticos, por disciplina de partido, y recelosos de lo privado.
B. Defensores de lo privado a ultranza por ideología u otros intereses de negocio, recelosos de lo público.
C. Ciudadanos malinformados y desinformados, que recelan de una solución o plan que venga de los poderes políticos, al existir un gran descrédito en la clase política en la que muchos ciudadanos piensan que todo es corrupción o sospechoso de corrupción sobre todo si viene del partido que menos me gusta.
D. Se nos trata de meter a gestores públicos a veces en el mismo saco de los políticos desacreditándonos como faltos de profesionalidad. La realidad es que aunque no seamos políticos muchos de nosotros, la gestión pública directa está absolutamente mediatizada por los deseos de los políticos de turno; ya que actualmente la administración pública es brazo ejecutor directo de los políticos, por ello se ha usado y se usa la sanidad como instrumento directo para ganar votos a base de engordar carteras de servicios e infraestructuras.
Se dice que se gastará más con la gestión privada u otros que menos. Otros que si hubo que rescatar al modelo Alzira y habrá que rescatar a más, como ha pasado en Bankia. Pues bien, recordar que los principales rescatas a sido a Cajas que eran entidades controladas por el poder político y mucho más similares a la gestión pública que los bancos privados puros, y recordar a la gente, por si no lo sabe, que el sistema sanitario público está siendo rescatado sistemáticamente desde los años 80 sin que casi nadie se entere y desde luego no la opinión pública. Ya que desde entonces ha venido gastando entre un 6-27% más de lo presupuestado, y que en la actualidad estamos generando el sector sanitario público una deuda anual de 16.000 millones de euros reconocida por el Ministerio de Sanidad y reflejada en varios informes. Deuda que por cierto luego vamos a financiar a los mercados y la pagamos a unos interesen importantes emprobreciéndonos como País como explico aquí.
Mi posición con 20 años de gestión pública a la espalda es pragmática y no ideologizada ni hacia un lado ni a otro sino, partiendo de las siguientes premisas:
La buena gestión puede ser pública, privada o mixta. Buena gestión es buena gestión allí donde se haga.
No se puede demonizar ningún modelo de gestión: caer en la falacia de que lo privado es maligno y sólo busca el lucro de por sí, y de lo público es absolutamente ineficiente, son discursos extremos que no reflejan la realidad que es mucho más compleja.
Lo importante es crear y tener buenos instrumentos para realizar buena gestión. En la pública hay que mejorarlos con toda claridad, lo que se viene demandando desde el Informe Abril (hace 20 años).
Es necesario que la gestión se despolitice y profesionalice, ligando la misma a contratos con cumplimiento de objetivos y evaluaciones, y no ligándola a nombramientos políticos.
Imprescindible tener mecanismos de control e incentivación eficaces, ya sea en cualquier tipo de gestión para poder cumplir los objetivos que emanen de la planificación razonable y sostenible.
El modelo de sanidad pública en España está lo suficientemente consolidado y tiene la suficiente dependencia de senda, para que se considere que seguirá siendo un modelo Beverigde de SNS universal, de financiación pública, aunque con diferentes modelos de proveedores: concesiones, empresas públicas, fundaciones, consorcios, gestión directa…
Lo que si se ha mostrado siempre que es positivo, en todos los estudios de investigación al respecto de proveedores de servicios públicos, es que la competencia entre los mismos es el mejor seguro para ofrecer mejor atención y menor coste para el ciudadano. En ese sentido lo principal a evitar son los monopolios u oligopolios. En un sistema de competencia controlada ya sea con proveedores públicos, privados o mixtos siempre hay mejoras ostensibles.
En definitiva lo que se debe exigir a un servicio público que se financia con impuestos es: exquisita transparencia del proveedor sea quien sea, con control exhaustivo del mismo por parte de la administración para evitar el mal uso de los fondos públicos. Con unas reglas de juego claras, objetivos medibles y presupuestos capitativos ajustados, con sistemas de evaluación y control los suficientemente potentes para ofrecer similar calidad asistencial en todo el territorio a costes razonables homogeneizados, dentro de una horquilla de gasto asumible per capita, que supongan conciliar la sostenibilidad del sistema con la equidad territorial, los estándares de calidad y la satisfacción del usuario.
En definitiva lo que se debe exigir a un servicio público que se financia con impuestos es: exquisita transparencia del proveedor sea quien sea, con control exhaustivo del mismo por parte de la administración para evitar el mal uso de los fondos públicos. Con unas reglas de juego claras, objetivos medibles y presupuestos capitativos ajustados, con sistemas de evaluación y control los suficientemente potentes para ofrecer similar calidad asistencial en todo el territorio a costes razonables homogeneizados, dentro de una horquilla de gasto asumible per capita, que supongan conciliar la sostenibilidad del sistema con la equidad territorial, los estándares de calidad y la satisfacción del usuario.