Economía del sentido común. Nociones básicas para orientarnos a como salir de la crisis

Están a la orden del día las discusiones numantinas entre defensores de la austeridad como medida principal para salir de la crisis y defensores de Neokeynesianismo que dice que hay que seguir gastando y endeudándose para estimular la economía.

En esa discusión la balanza de simpatía de la opinión pública y de los periodistas está inclinada hacía los Neokeynesianos que además tienen en sus filas figuras notables vivas como Krugman y Stigliz ambos premios Nobel de economía, y buenos comunicadores, mientras que actualmente no hay grandes personajes mediáticos en las filas de la la escuela austriaca de economía o de la economía neoclásica, como en su momento fueron Hayek  que falleció en 1992 y Milton Friedman que murió en 1996, ambos también premios Nobel.

No es baladí la discusión puesto que en la tesitura económica en la que nos encontramos es fundamental hallar una salida coherente y eficaz de la crisis. Además este enfrentamiento se traduce en los medios de comunicación de masas de manera extremadamente simplista y con cantidad importante de propaganda. Así la izquierda y la socialdemocracia abanderan las tesis Neokeynesianas de Krugman y Stigliz y tratan de justificar con estos apoyos su políticas expansivas de gasto público. Por otro lado pocos defienden de manera clara la austeridad y nuestros gobernantes cuando toman medidas de "austeridad" invocan a la "necesidad", al "es que no queda más remedio" a que "no les gusta tomar esas medidas", etc. La austeridad está mal vista social y mediaticamente por una parte importante de la sociedad que no sabe de economía ni le importa, y sólo quiere que se les solucionen sus problemas, y no se les apriete, que no toquen sus pensiones, sus sueldos, sus derechos, etc., invocando que han sido ganados a los largo de años de "lucha".

Para analizar hacia donde debemos de ir y a quien hacer caso partamos de una verdad de perogrullo que muchos no quieren ver: 

En una economía globalizada es importante conseguir competitividad y los países actualmente exitosos son los que la mantienen. En este sentido podemos observar como han llegado a ese nivel de competitividad países que vienen de un menor nivel de desarrollo, con capacidad de conseguir costes de producción bajos por sus bajos salarios, como puede ser el caso de las economías emergentes (BRICS) Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, y en otra liga superior están los "Tigres" asiáticos que también crecen Corea del Sur, Singapur, Hong Kong (China), Taiwan... y lo que es más interesante para nosotros, como países más parecidos al nuestro, los que partiendo de un desarrollo alto y gran estado del bienestar, han conseguido mantener su competitividad y deuda bajo control, estando en estos momentos no sujetos a las presiones de los "mercados financieros", como es el caso de Canada, Suecia, Dinamarca, Australia, Nueva Zelanda y en menor medida por venir de una situación base más deprimida Estonia y Lituania, que ahora crecen y son competitivos. 

En estos casos es conveniente resaltar que han funcionado dos cosas:

1. Austeridad en la gestión pública. Se ha tratado de no despilfarrar en la gestión de servicios públicos y en la administración pública con su aparado político administrativo, tratando de que sea contenido para que no lastre el resto de la economía.

2. Estímulos económicos en inversiones inteligentes centradas en mejorar la capacidad tecnológica, productiva y de educación del país de manera que se pueda obtener de manera rápida o a medio plazo el retorno de la inversión y obtener una mayor competitividad y crecimiento. Y ojo no es fácil que el estado haga estás inversiones de manera equitativa e inteligente, ya que tiende a favorecer muchas veces intereses poco confesables y que no son adecuados para un retorno de la inversión al conjunto de la sociedad. Se necesita para que está medida sea eficiente estados muy poco corruptos por un lado, e inteligentes desde el punto de vista de inversión por otro, lo cual son dos cualidades difíciles de encontrar en la política actual en países del sur de Europa 

Como ejemplos de estados que están haciendo mejor la cosas se pueden leer varios post sobre los casos de algunos de estos países:
Canada
Suecia
Australia
Estonia

¿Cómo calificamos está política económica?
Por una lado hay estímulos, lo que parece Keynesiano y por otro austeridad lo que parece liberal.

Vamos a decir que es pragmatismo y lógica.

Aunque a los economistas no les gusta nada comparar una economía domestica con la economía global en este casos podemos simplificarlo con dos ejemplos.

Imagine que su economía doméstica es un país y dos posibles escenarios:

Escenario A: (Suponga que se llama Españito). Usted es un regular administrador pero le gusta vivir bien, por lo tanto se compra un coche último modelo y de alta gama (Mercedes), junto con dos casas, el iPhone, etc. y se endeuda por el equivalente a varios años de trabajo. Va justito a para pagar todo más su tren de vida diario que incluye muchas actividades lúdicas que no reportan ningún beneficio excepto el placer inmediato. Llega la crisis e ingresa menos y ya cada mes gasta un 20% más de lo que ingresa y pero no quiere reducir su tren de vida que le produce grandes satisfacciones a corto plazo, ni toma otras medidas que ligeros ajustes en su gastos que hace que el desfase entre lo que gana y lo que ingresa quede en un 10% anual. Al cabo de unos años sus deudas serán tales que ya no le prestará dinero ningún banco para seguir financiando ese desfase y le embargarán sus bienes o... le rescatarán sus familiares prestándole lo que le deben... pero como no son ricos le dejarán ese dinero a cambio de un programa de ajuste de su economía para que pueda ir devolviendo el dinero que debe ya que ellos también lo han pedido prestado a los bancos. Es un escenario en el que usted demuestra su mala previsión y su nula capacidad de reaccionar y ajustarse a las circunstancias. Al final queda avergonzado ya sea por la quiebra o la necesidad de rescate.

Escenario B. (Suponga que se llama Suequito) Usted es una persona austera y buen administrador. Su máxima es no endeudarse demasiado y tratar de no gastar más de lo que ingresa. Tiene un nivel de deuda porque ha tenido que comprarse una casa y un coche, pero se ha conformado con un Ford o un Opel que le hace el mismo papel que a su vecino el Mercedes. Además como es previsor se da cuenta en la crisis anterior que esto de la economía va por ciclos y que tras un ciclo bueno (expansivo) hay que esperar otro malo y que todas las burbujas explotan. Así que decide que una parte de su inversión no se va a dedicar a gastos superfluos e improductivos sino a invertir en un futuro negocio (y esto es importante) que usted conoce y tiene una cierta seguridad fundada en datos que puede salir bien... Al principio puede que aumente su deuda al realizar la inversión pero a medio plazo la recupera y empieza a dar beneficios. Al llegar la crisis lo que ocurre es que hay un bajón de sus ingresos por un lado (por ejemplo su sueldo suponiendo que esté sea en el Estado el equivalente a recaudación de impuestos) pero por otra puede mantenerse debido a que por su mentalidad y estructura de gastos le supone relativamente fácil ajustar sus ingresos a su gastos, y además ese negocio en el que invirtió resulta que es puntero y competitivo y no se desinfla como el de la burbuja... Su situación será tranquila, no tendrá miedo a que le embarguen los bancos, ni a los malvados especuladores.

Pues bien los países citados en el grupo de los muy desarrollados que están soslayando la crisis se parecen mucho a Suequito.

mientras que los despilfarradores sigan diciendo que la austeridad no funciona. Es lo que quieren y desean oír para no perder su nivel de vida y aferrarse al mismo lo máximo posible.

Evidentemente en una economía ya deprimida y endeudada, que no ha sido previsora y no ha invertido en los campos apropiados más austeridad de golpe, suponen más pobreza, sobre todo si se pasa de un nivel de vida a otro al que no se está acostumbrado...

Pero la solución no es seguir acumulando deuda sino planificar como invertir lo que tenemos en mejorar nuestros ingresos mediante inversiones en negocios que nos vayan a dar un retorno de la inversión a corto medio plazo y crecimiento y a la vez ajustar al máximo nuestro gasto corriente (diario de funcionamiento) para no seguir generando déficit.

La conclusión es que lo que funciona es:

1. Austeridad como guía ética fundamental del Estado y del gasto público. Es dinero de todos y se debe manejar con prudencia y eficiencia.

2. Estímulos económicos en forma de inversiones inteligentes en sectores claves donde se recupere la inversión de manera relativamente rápida y que no estén en un sector burbuja, sino en la economía real, para poder aumentar la competitividad del país y mejorar su posición estratégica.

Ambas cosas son lo contrario de lo que se ha hecho en España.

1. Gobiernos (estado y CCAA) despilfarradores por filosofía con una administración pública engordada (múltiples organismos y niveles, duplicidades  empresas públicas) para colocar afines y para ganar votos. Y con un tren de vida de los políticos digno del Escenario A.

2. Estímulos económicos derrochadores que no ha producido retorno de la inversión sino más gasto para mantenerlos: AVEs no rentables, Aeropuertos inviables, mucho ladrillo e infraestructuras con poco uso y subvenciones a las renovables... Se han hecho más para ganar votos que pensando en su eficiencia o rentabilidad.

La solución ir pasando del escenario A al B, lo menos traumáticamente posible para la población desfavorecida, pero sin pausa, ni dudas y sabiéndolo explicar.

Y con un poco de humor podemos observar estos duelos a ritmo de hip hop entre Keynes y Hayek:




1 comentario:

  1. Interesante y didáctico, Carlos Alberto.
    Un par de observaciónes, tan solo: Suecia no está en la Zona Euro y tiene un banco central capaz de emitir moneda, lo que cambia mucho la situación, como bien sabes.
    Hasta hace relativamente poco tiempo la deuda española era mayoritariamente privada, no pública, ni producida por esa supuesta filosofía del "despilfarro" de las Administraciones Públicas (de acuerdo en que hay que reformarlas, faltaría más), ni esos incentivos o estímulos derrochadores perversos a los que aludes. Ahora, lo que ha ocurrido ha sido un "contagio" de la deuda pública por los efectos del rescate a la banca y la depresión en que nos ha sumido esta austeridad a ultranza que ha paralizado la economía: no hay gasto, no hay actividad económica, no hay ingresos fiscales... etc.
    Por último, desde mi punto de vista, uno de los criterios o principios esenciales que también debe manejarse a la hora de adoptar decisiones de gasto público es el de equidad, no basta únicamente con la prudencia y la eficiencia. Como bien sabes algunos servicios públicos no tienen por qué ser 'rentables' y no pueden guiarse exclusivamente por la lógica privada del mercado, con lo cual hay que referirse también a los efectos redistributivos que, en mi opinión, también debe tener ese gasto público.
    En fin, pragmatismo y utilitarismo, sí, pero no solo...
    Saludos.

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